5 Noviembre 2006
Marta Traba y la literatura de los oprimidos
"Tengo espíritu de lucha," dice Marta Traba en una entrevista con Beatriz González, "porque nada en América puede hacerse sino peleando" (González 338). Esta declaración resume bien la vida de Marta Traba, una de las personas más fascinantes en la historia de Latinoamérica. Traba sabía luchar y lo hizo en todos aspectos de la vida: era crítica revolucionaria del arte latinoamericano, escribió literatura rebelde y marginal, y llevó una militancia política, alineada con la izquierda y contra cualquier gobierno que no implementaba las ideas socialistas. Ella vivió solamente 53 años con la idea, en sus propias palabras, que ". . . cuando uno es revolucionario tiene que ser consecuente con esa idea y tiene que ser revolucionario en todo" (González 341). Llevó muchos títulos: madre, esposa, crítica, escritora, rebelde, mujer, y los llevó siempre con pasión. Cuando preguntada como describiría a sí mismo, Traba dice "Como un ser humano tímido, con todo el indomable coraje de los tímidos: lleno de ternura y de solidaridad por los oprimidos; de ira hacia los opresores" (González 338). Ella ciertamente pertenecía a algunos grupos oprimidos: a la izquierda comunista bajo una dictadura militar; a la clase media en un país en el cuál mucho de esa clase desapareció en los años setenta; y sobre todo a las mujeres de un continente extendido por el machismo. Vamos a ver los aspectos del feminismo latinoamericano, el significado de la escritura femenina según Traba y algunas de sus contemporáneas, y como se manifiestan algunas de las tendencias de esta escritura en la obra de Traba.
El feminismo en Latinoamérica es algo especial en un continente en el cual los papeles de los géneros han sido reforzados por la tradición. Arturo Fox, en su libro Latinoamérica: Presente y pasado, dice que “El doble estándar que ha tenido que soportar la mujer en casi todas las culturas del mundo ha sido especialmente obvio en la sociedad latinoamericana debido en buena parte a la actitud cultural conocida por ‘machismo’” (Fox 149). El machismo, según Fox y otros empezó en España en la Edad Media cuando una lucha prolongada entre los musulmanes y los cristianos creó una “glorificación de las virtudes del guerrero, marcadamente masculinas, que los conquistadores españoles trajeron y perpetuaron en América” (Fox 149). Se dice también que los españoles trajeron una tradición de subordinación de la mujer heredada de la cultura musulmana. Gloria Bautista Gutiérrez está de acuerdo con Fox; en la introducción a la antología Voces femeninas de Hispanoamérica ella dice que la opresión y el silencio de la mujer son cadenas impuestos por la tradición (Gutiérrez XII). Una cosa importante es el efecto que tiene la opresión en la gente oprimida.
La opresión sistemática siempre resulta en un grupo de personas oprimidas, que muchas veces en la historia del mundo han unidos para sobrepasar la opresión. En una entrevista con Magdalena García Pinto, Marta Traba introduce el término ‘contracultura’, que refiere a cualquier grupo minoritario, étnico, y también a la mujer (García Pinto 210). Esta contracultura llega a ser muy importante para el progreso del feminismo. Para Traba, el resultado de la contracultura en la escritura es “lo que Elena Poniatowska llama ‘la literatura de los oprimidos” (García Pinto 210). Fuera de la escritura, la contracultura tiene efectos más amplios, particularmente con respecto a la relación entre el feminismo e la ideología.
La tendencia política en el siglo XX en Latinoamérica era la dictadura militar. Estos gobiernos tomaban el poder con la ayuda de las fuerzas armadas y reinaba hasta que un grupo nuevo ganó el favor de las fuerzas armadas y repetía el ciclo. El resultado económico era una falta del mecanismo de recoger los impuestos y una falta de infraestructura (Fox 140). El resultado social era la explotación de los obreros y muchas veces la opresión de la clase media. Este patrón de explotación creó un gran número de personas que identificaban con la izquierda política. Cuando Fidel Castro encabezó la revolución cubana en los años sesenta, muchos intelectuales de todo el continente se fascinaban con la rebelión, el liberalismo, y el comunismo. Castro también logró ingresar el apoyo de las mujeres. “Castro se esforzaba por atraer las simpatías del pensamiento liberal y progresista del Hemisferio, exaltando, entre otras cosas, el papel que habría de jugar la mujer cubana en el proceso revolucionario” (Fox 151). Traba confirme esta idea de una gente obsesionada con el liberalismo. "Creo firmemente que no puede haber un buen gobierno lejano de las ideas socialistas, y odio frontalmente y a muerte toda forma de fascismo, es decir, de abuso prepotente del poder" (García Pinto 206).
Entonces, la gente oprimida, la contracultura, llegó a tener este ‘espíritu de lucha’ que menciona Traba, y este espíritu es sumamente importante para las mujeres. Cuando Beatriz González le pregunta a Traba si hay coexistencia pacífica, Traba responde “Lamentablemente no” (González 338). Parece que Traba, en este contexto, está tratando el movimiento feminista como una revolución. La meta central del movimiento es la igualdad con los hombres, pero para lograr la igualdad, hay que hacer todo a un nivel superior de los hombres. La mujer que ejemplifica esta idea es Sor Juana Inés de la Cruz.
Sor Juana vivió en México en un tiempo en el cual todavía no había un movimiento feminista. Ella estudió todo, de la religión a las matemáticas con lo que Gabriela Mistral llama una “sed de conocer” (Mistral 117). “Seguramente a [los hombres] les interesaban menos sus conceptos que su belleza; pero allí estaba Juana, respondiendo a sus retorcidas galanterías” (Mistral 117). Sor Juana escribió poesía, pero probablemente su obra más famosa era “La respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz.” En ella, Sor Juana defiende los derechos de la mujer, mostrando en toda la carta un conocimiento superior, un entendimiento superior, un auto control superior, y una mente superior. La carta propone que el entendimiento es el mecanismo mejor para lograr la superioridad. “No por otra razón es el ángel más que el hombre que porque entiende más; . . . ninguno quiere ser menos que otro, así ninguno confiesa que otro entiende más, porque es consecuencia del ser más” (de la Cruz 271). Ella hace una observación sencilla y la aplica a la situación de las mujeres:
“. . . observando que siendo las líneas de sus dos lados paralelas y su techo a nivel, la vista fingía que sus líneas se inclinaban una a otra, y que su techo estaba más bajo en lo distante que en lo próximo; de donde infería que las líneas visuales corren rectas, pero no paralelas, sino que van a formar una figura piramidal. Y discurría si sería ésta la razón que obligó a los antiguos a dudar si el mundo era esférico o no. Porque aunque lo parece, podía ser engaño de la vista, demostrando concavidades donde pudiera no haberlas” (de la Cruz 276).
Sor Juana observa que ideas y conocimientos solidificados por siglos de tradición pueden cambiar si hay un mecanismo de cambiar la opinión popular. Para las mujeres, el mecanismo es no aceptar nada menos que la excelencia en todo lo que se hace, y para muchas mujeres, esta significa la literatura.
El progreso hacia la emancipación femenina en el siglo XX era lento. En algunos sitios desarrollo económico vino con progreso feminista, mientras que en otros la mujer latinoamericana permaneció "estancada" en su papel tradicional (Fox 150). El siglo XX sí trajo el fenómeno de congresos feministas latinoamericanos que luchaban por el progreso hacia la igualdad. Sin embargo, mucho del progreso en el siglo XX vino a través de la literatura femenina.
Historias íntimas es una colección de entrevistas entre Magdalena García Pinto y varias escritoras por excelencia de Hispanoamérica. Las preguntas propuestas por García Pinto son variadas para cada escritora, pero en todas las entrevistas, siempre vuelve a preguntar sobre qué le significa la literatura femenina para esa escritora. La variedad enorme de respuestas a esa pregunta es muy interesante. Empiezo con la entrevista de Isabel Allende porque regresa ella a la idea de Sor Juana de hacer todo lo mejor posible. Ella sugiere que para ella la manera mejor de avanzar la escritura femenina es simplemente "escribir lo mejor posible" (García Pinto 13). Sin embargo, Allende tiene una postura mucho más pasiva que escritoras como Traba. Ella dice que no quiere que sus lectores sepan que están leyendo una obra escrito por una mujer o un hombre. ". . . yo creo que la literatura no tiene sexo y que no hay que ponerse en el plan de escribir como mujer porque es una forma de autosegregación que me parece torpe. . . . por qué decir que este libro lo escribió una mujer o que lo escribió un hombre" (García Pinto 13). Ella afirma que si escriba ella de manera femenina es simplemente porque "Lógicamente soy mujer y tengo que tener un punto de vista femenino" (García Pinto 13). Contrasta eso agudamente con los sentimientos de Traba. Traba le dice a García Pinto los nombres de algunas escritoras, todas feministas, que a ella le gusta, y dice ". . . y sólo siento afinidad con escritores cuando éstos tienen una naturaleza femenina" (202). Sin embargo, parece que la única cosa que quiere Allende es la oportunidad de escribir y ser juzgado con los mismos criterios que los hombres. Esta postura está bastante de acuerdo con la de otra escritora exitosa de la segunda mitad del siglo XX, Elvira Orphée.
Orphée, cuando preguntada sobre la importancia de la literatura femenina y el movimiento feminista, insinúa que su importancia ha disminuido en los últimos años. "Hasta ahora, se puede hacer una distinción entre la escritura femenina y la masculina. Ahora, desde este momento en que el mundo está abierto a las mujeres, vamos a ver qué trae el futuro" (García Pinto 169). Entonces, parece que ella, como Allende, se siente que la lucha ha cesado porque todo el mundo está abierto a las mujeres, y que ahora solamente necesita ser juzgado por los mismos criterios que los hombres. Otra vez, vemos una vista muy pasiva en comparación con la de Traba.
Cuando preguntada sobre la escritura femenina, Marta Traba, como siempre, toma una posición sumamente fuerte. "Escribo lo que llama Elena Poniatowska, la 'literatura de los oprimidos'; escribo algo que sea verdad, que siento la imperiosa necesidad de comunicarlo y que tiene una gran carga de rabia, de cólera revanchista ante las injusticias y las atrocidades que nos rodean" (García Pinto 210). Reconoce que su público, su lector, es la mujer. "Es una literatura marginal para marginados" (García Pinto 208). Entonces, semánticamente es una separación entre los sentimientos de Traba y las otras escritoras, contrastando un 'mundo abierto a las mujeres' con las ideas de 'la literatura de los oprimidos' y 'literatura marginal para los marginados.' Y estos textos con gran 'carga de rabia' pueden contribuir definitivamente al movimiento feminista a través de exponiendo estas 'injusticias y atrocidades que nos rodean.' A pesar de la variedad de ideas sobre qué significa la literatura femenina, es cierto que sí existe esa escritura. Una pregunta importante, entonces, es ¿cuáles son las características de esta escritura femenina? Vamos a enfocarnos en algunas características que menciona Traba.
Traba dice primeramente que "la insistencia en el emisor es una constante característica de la literatura femenina. . . y la orientación es hacia fuera, hacia el contacto o canal de comunicación" (García Pinto 207). Dice también que los textos tienen una tendencia de "encadenar los hechos en vez de llevarlos a un nivel simbólico" (207). Básicamente, esto significa que las mujeres prefieren una explicación del mundo en vez de una interpretación de ello. El resultado es que "tiende a empobrecer y a eliminar a la metáfora y acorta notablemente la distancia entre significante y significado" (207). Otro resultado es que los textos tienden a vivir por la detalle. El énfasis en comunicación y explicación va con una tendencia hacia el diálogo que también menciona Traba como característica de la literatura femenina. La última característica que menciona Traba es una característica sumamente importante, el erotismo. "Es una narración directa, reiterativa, emotiva, más semejante a la tradición oral que al texto masculino. . . . La [literatura femenina] resulta más emocional, mejor dotada para ver los detalles que la totalidad, más púdica (o romántica) para contar la relación amorosa; prefiere, sin duda, el erotismo a la pornografía" (García Pinto 211).
Es interesante que ella contraste el erotismo y la pornografía. En Historias íntimas, muchas de las escritoras, Allende, Traba, Luisa Valenzuela, y otras, mencionan el erotismo como una característica importante para la escritura femenina. De hecho, Valenzuela dice casi las mismas palabras que Traba, que las mujeres prefieren el erotismo a la pornografía. "En vez de pornografía, erotismo" (García Pinto 248). Todas estas características, especialmente el erotismo, se destacan en Conversación al sur, una de las obras más exitosas de Traba.
Conversación al sur, que se publicó en 1981, es un libro corto, pero sus 170 páginas son llenas de lo que Traba llama el 'texto de rabia.' La trama principal consiste en una conversación entre dos mujeres de edades distintas, una de Buenos Aires y la otra de Montevideo, cuyos cuerpos han "[sucumbidos] bajo el efecto del discurso de la represión" (Perilli 2). Durante la conversación, a través de una narración cuya confusión y ambigüedad parece intencional, las dos mujeres reproducen la historia de argentinos y uruguayos de la clase media durante años de represión, torturas, y desaparecidos.
Estructuralmente, la característica que se destaca más obviamente es la conversación misma. El diálogo es una de las tendencias de la escritura femenina, y la conversación es la forma más sencilla del diálogo. Esta conversación, particularmente, transcurre entre dos mujeres que conocieron hace mucho tiempo en la sala de la mujer mayor, creyendo un ambiente muy informal. Este ambiente, junto con la ubicuidad de la conversación, puede relacionarse con la tendencia de la escritura femenina hacia la tradición oral.
Otra característica obvia es la orientación hacia afuera, hacia la canal de comunicación. Este texto es un texto de rabia, intentado a exponer las atrocidades y aumentar el conocimiento del lector. "Esto ha pasado porque la mayoría de la gente no cree que las víctimas sean personas parecidas a ellos. . . no creen que la muchachita sea igual a una de sus hijas. Y desde el momento en que ya la ves como algo distinto, como una especie de alimaña venenosa, hay que aplastarla sin asco" (Conversación 168). Este libro es probablemente el ejemplo más fuerte de la literatura 'marginal para marginados'. En cada página vemos el sufrimiento de la gente, y la narración está obligada a relatarlo. ". . . vamos por partes, hermana, a ver si somos inventoras o testigos" (Conversación 19).
Este libro ciertamente va con la idea de que las mujeres prefieren explicar el mundo en vez de interpretarlo. Carmen Perilli trata Conversación al sur en un artículo que se llama "De susurros como gritos." Ella nota que la narración ". . .se construye como testimonio de vidas; el relato habla y escribe con historias de mujeres" (Perilli 1). Perilli menciona también que la narración resulta intencionalmente confusa. "Las tramas recogen rupturas y discontinuidades temporales y espaciales en el diseño histórico" (Pirilli 1).
La característica técnica tal vez más evidente es el erotismo. A veces la narración llega a ser homo-erótica, y parece que las mujeres podrían ser lesbianas. En un momento la mujer mayor admite que en la boda entre Elena y Abel ella tenía celos de Abel. "Esperábamos afuera dando saltos porque no creíamos en el matrimonio ni en la Iglesia y quizá yo, subterráneamente, porque tenía celos y rabia contra Abel" (Conversación 69-70). En ese momento, la mujer mayor empieza a hablar más de y a idealizar más a Elena. Más adelante, ella hace una descripción de Elena. ". . . su belleza resultaba tan ostensible que nada podía atenuarla. En parte residía en el excepcional espesor del pelo dorado, que escapaba por todos lados del caucho con que se lo amarraba a la espalda; o quizá en el resplandor de los ojos color verde pasto, verde irreal de caja de lápices de colores, casi siempre entornados e iluminando, al abrirse repentinamente, un rostro de dibujo florentino que de golpe, al llegar a la boca, adoptaba un trazo ancho y moderno" (Conversación 103). Pero el erotismo es más amplio que estas ambigüedades lesbianas. Reside en la capacidad de Traba a describir y explicar todo con un aire de erotismo. Sea un acto de violencia, la descripción de un apartamento que visitó hace 20 años, o lo que sea, cada palabra que escribe Traba tiene esta esencia erótica.
"Se quedó parada a mi lado y me agarró la cabeza aplastándola suavemente contra su vestido perfumado, y yo le pasé los brazos alrededor de la cintura y la apreté contra mí y nos quedamos más selladas que el propio cajón, hasta que el cabo tosió y dijo tartamudeando que no podía esperar más" (Conversación 117).
Uno de los usos más impresionantes del erotismo es su descripción de los eventos de La Plaza de Mayo. Durante la 'guerra sucia' en Argentina, miles de mujeres reunían en La Plaza de Mayo con fotos y listas de las desaparecidos. Se reunirían para elevar las fotos en silencio, una presentación bastante poderosa. En Conversación al sur, Traba da una descripción de casi 10 páginas que es tal vez la descripción más emotiva que existe sobre ese acontecimiento.
Temáticamente hay dos tramas, la del papel del género, y la de la opresión. El género es importante primeramente porque estamos leyendo de los efectos que tienen la dictadura en el cuerpo y la mente de la mujer. El libro nunca dice explícitamente que los hombres sean los perpetradores, pero durante el progreso de la conversación, se hace obvio que hay una distinción entre los papeles de los hombres y las mujeres. Parece que casi todas las autoridades son hombres. "El espacio masculino es ocupada por la represión y el silencio de la muerte: los militares, los policías, los torturadores, los burócratas" (Perilli 3). La mayor cree que su existencia misma está bajo el control de ellos. "Fuera quien fuera, yo no existía para ellos. Mejor dicho; ellos decretaban quién podía existir y quién no" (Conversación 48). 'Ellos' repetidamente significa hombres. Ellos degradan el valor de la mujer. ". . . el viejo habría querido tener un varón en cambio de una chica, y. . . consideraba su vida totalmente arruinada entre dos mujeres que no servían para nada" (Conversación 112). Perilli confirme esta idea. "Los padres no actúan o, como el padre de Victoria, conciente o inconcientemente, entregan a sus hijos" (Perilli 3). Entonces, el papel del hombre es ambiguo, con las figuras masculinas siempre en posiciones de autoridad, en la fuente del sufrimiento de las mujeres. El papel de la mujer llega a ser ambiguo también.
Durante la conversación, vemos muchas historias de varias mujeres, pero cada una tiene el resultado semejante: el sufrimiento de la mujer. "El encuentro entre las dos mujeres, Irene y Dolores, es una historia que reúne otras historias que no son sino desdoblamientos o variaciones de una sola: la de la mujer enfrentando la dictadura. La historia de Luisa, la de Elena, la de Victoria, la de la nuera de Irene" (Perilli 2). Una raíz común para las historias es la maternidad. Sabemos que Irene no tiene hijos. Enteramos que Dolores fue pateada hasta el aborto, y resulta que perdió control de la vesícula. Victoria viene a la casa de Andrés para pedir ayuda con obtener aborto. "Han perdido a sus hijos voluntaria o involuntariamente" (Perilli 3). Una cosa interesante es lo que eso hace a la psicología de estas mujeres. En una parte Irene parece ser preguntándose qué ha pasado a estas madres. "Como si le hubieran dado cuerda, Dolores seguía diciendo que se consideraba bien librada porque únicamente la habían hecho abortar a patadas en cambio de torturarla. Entonces, ¿eso no era tortura?" (Conversación 45) Aparentemente las mujeres no están poniendo énfasis en la maternidad, optando por sobrevivir como la cosa más importante. Esta primera trama, la del género, claramente no se puede separar de la segunda, la de la opresión.
Conversación al sur es ciertamente parte de lo que Traba llama la literatura de los oprimidos. Eso se hace obvio en todo el libro. En las palabras de Traba misma, ella quiere exponer ". . . las injusticias y las atrocidades que nos rodean" (García Pinto 210). Su motivación viene de su rabia y desesperación. "Las feroces ganas de vivir siempre crecen cuando la muerte anda cerca" (Conversación 56). Y esa muerte no tiene edad ni sexo. La gente va acostumbrándose a la muerte. ". . . se dejó de pensar que dos muertos eran muchísimos muertos, o que cien, una matanza. . . . ya no hay ninguna distancia entre la vida y la muerte" (Conversación 33). Relatar este triste hecho, es, en realidad, el propósito principal del libro, y el propósito de Pasó así, otro libro escrito por Traba.
Pasó así es una colección de cuentos que se publicó en 1968. Este libro pertenece también a la literatura de los oprimidos. El libro se divide en tres secciones que se llaman “La s historias”, “Los niños”, y “El amor”. En cada sección vemos un sufrimiento y tristeza profunda. Traba nos presenta un mundo oscuro, en el que no parece ser ninguna esperanza de escapar la opresión. En la sección del libro que se llama “Las historias” se destacan tempranamente algunas características importantes. El primero es la pobreza. Las descripciones de las casas del barrio, las descripciones de la tierra del pueblo, y las actividades de sus habitantes insinúan una gente que no tienen nada. Otra característica que viene de esta primera es la búsqueda de identidad. En un pueblo de casas degradadas y gente pobre parece ser difícil distinguirse a sí mismo de las otras personas del barrio, y vemos que eso afecta a la gente.
Un cuento en el cual se destaca esta búsqueda de identidad se llama “La identificación”. En ello, hay una mujer que vive en un área pobre del barrio que tiene todas las casas idénticas. Ella desea desesperadamente su propia identidad, pero cada cambio que hace a su casa está imitado por el hombre gordo que vive en la casa del otro lado de la calle. Decide pintar su ventana azul, pensando que “Lograría tener su cuarto, su ventana, su pasillo, su cocina, y por consiguiente, alcanzaría alguna vez a tener sus manos, su piel, su cara. Le pareció que acababa de nacer” (Pasó así 15). Después de todos sus esfuerzos, no ha logrado ninguna identificación única, pierde la esperanza. “Comprendió que estaba condenada por una fuerza oscura” (Pasó así 15). Ella, como el resto de las personas de este libro se siente enajenada, una característica que también es importante en la próxima sección, “Los niños”.
Lo que vemos en la sección de “Los niños” es realmente el sufrimiento por la parte del grupo más inocente de la sociedad. El resultado de esta extrema enajenación es, en realidad, la falta de niñez. Ya hemos visto esta idea en Conversación al sur. “Es que crecimos rápido en la Argentina” (Conversación 59). Una diferencia aquí es la situación económica. Conversación al sur en realidad se trata de la clase media, mientras que en Pasó así no hay duda que la gente sean los pobres. En cualquier caso, los niños, los inocentes que son el futuro, sufren mucho.
Si la sección de los niños es en realidad una falta de niñez, la próxima sección, “El amor”, es en realidad una falta de amor. En estas historias, irónicamente unidas bojo el título de amor, vemos que la mayoría de las personas están solas, enajenadas, desesperadas por algún contacto humano. La técnica más evidente en estos cuentos y en el libro entero es la falta de diálogo. Párrafo tras párrafo, cuento tras cuento, la ausencia de diálogo, junto con el uso de la tercera persona, crea un mundo de silencio. El efecto es que el lector se siente más profundamente la soledad y sufrimiento de las personas que se presentan en el libro. Y eso es a lo mejor el propósito de este libro.
En su entrevista con Beatriz González, Marta Traba dice que ser un americano implica deberes: “el de vivir, el de comprender, el de luchar” (González 342). La importancia de luchar es un criterio con que Traba vivía, y su armamento más efectivo era la literatura. Según ella “La mayoría de la población latinoamericana vive en condiciones infrahumanas” (González 342). Entonces, no es difícil imaginar su motivación a escribir y a dedicarse, cuerpo y alma, a estos textos de rabia. La cosa más impresionante es la determinación y la fuerza de esta mujer para tomar una posición controversial y mantenerla y defenderla siempre. Marta Traba era, sin duda, una de las escritoras más fascinantes del mundo, y ella hizo mucho para exponer las injusticias de las mujeres y pobres de su país y su continente.
Bibliografía
Inés de la Cruz, Sor Juana. “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”. Texto y vida: Introducción a la literatura hispanoamericana. Washington: Georgetown, 1992.
Fox, Arturo A. Latinoamérica Presente y pasado. New Jersey: Pearson, 2003.
García Pinto, Magdalena. Historias íntimas: conversaciones con diez escritoras latinoamericanas. Hanover: Ediciones del Norte, 1988.
González, Beatriz. “Entrevista atemporal”. Marta Traba. Bogotá: Planeta, 1984.
Gutiérrez, Gloria Bautista. Voces femeninas de Hispanoamérica. Pittsburg: U of Pittsburg, 1996.
Mistral, Gabriela. “Silueta de Sor Juana Inés de la Cruz”. Lecturas para mujeres. México: Porrúa, 1971.
Perilli, Carmen. “De susurros como gritos: Conversación al sur de Marta Traba”. www.critica.cl. 8 Septiembre 2006. http://www.critica.cl/html/perilli_01.htm.
Traba, Marta. Conversación al sur. Madrid: Siglo veintiuno editores, 1996.
Traba, Marta. Pasó así. Montevideo: Arca, 1968.
Verlichak, Victoria. Marta Traba, Una terquedad furibunda. Bogotá: Planeta, 2003.
Wednesday, August 13, 2008
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